miércoles, 30 de septiembre de 2015

Duelo

En esta entrada voy a hablar sobre un tema que solemos evitar pero que es muy importante en nuestras vidas.
La muerte es un suceso natural, definida como la cesión o término de la vida, se trata de un hecho común a todos los seres vivos. Por ello, se considera importante que sea asumido por todas las personas, y más en el desempeño de la profesión de enfermería, donde se convive diariamente con esta circunstancia, teniendo en cuenta que, en las diferentes sociedades y culturas, que coexisten a nivel mundial, la muerte es entendida de diferente forma.

Toda muerte conlleva implícito un proceso de duelo, tanto para la propia persona como para sus allegados.
¿Qué es el duelo?
Según la SECPAL (Sociedad Española de Cuidados Paliativos), el duelo “es el estado de pensamiento, sentimiento, y actividad que se produce como consecuencia de la pérdida de una persona o cosa amada, asociándose a síntomas físicos y emocionales. La pérdida es psicológicamente traumática, en la misma medida que lo puede ser una herida o quemadura, y eso hace que siempre sea dolorosa. Como los demás traumatismos, necesita un tiempo y un proceso para volver al equilibrio normal, que es lo que constituye el duelo”.



Elisabeth Kübler-Ross(1926-2004) elaboró unas etapas por las cuales una persona pasa cuando se enfrenta a la muerte, propia o de un ser querido. Los afectados no siempre pasan por todas las fases, ni tampoco seguirán el mismo orden. Las etapas son las siguientes:
1. Negación: “consiste en el rechazo consciente o inconsciente de los hechos reales de la situación”. Se trata de una negación del nuevo suceso para intentar lidiar con el shock ocurrido. Este mecanismo de defensa se considera normal, siempre y cuando no dure un tiempo prolongado.

2- Ira: Se ve reflejada una vez no se puede seguir negando la enfermedad y/o muerte. La persona se hace más consciente del suceso ocurrido, ocasionando dolor. Este sentimiento aparece con distintas intensidades a lo largo de esta etapa y se ve reflejado en familiares y amigos, despertando irritabilidad e importancia.
Según Kübler-Ross tanto el enfermo, como familiares y amigos, deben exteriorizar su enfado sin ser juzgados.


3- Negociación: surge la esperanza de que se pueda posponer el final de la enfermedad y/o retrasarlo”. En esta fase se intenta llegar a un pacto para superar la vivencia. Se suele pensar que habría pasado si  se hubiese detectado antes la enfermedad.


4- Depresión: “se empieza a comprender la certeza de la enfermedad y la muerte. En numerosas ocasiones se expresa mediante un aislamiento social”.

Los afectados se centran en el presente, con sentimientos de tristeza, vacío y dolor, apareciendo así agotamiento tanto físico como mental haciendo difícil realizar tareas cotidianas y fáciles.
5- Aceptación: “se hacen las paces con la perdida, permitiéndose una nueva oportunidad de vivir”. Esta etapa nos ayuda a reflexionar sobre el sentido de la vida y sobre lo que queremos hacer con ella.
En definitiva se puede decir que es muy importante afrontar correctamente el duelo ya que de no ser así nos puede traer graves problemas.
Y para finalizar os dejo unos consejos sobre como actuar en este tipo de situaciones.
  1. Dedicar tiempo y acompañar. Evitar las prisas cuando se accede a la estancia donde se encuentra el doliente o la familia.
  2. Normalizar la situación. Ayudar a la familia a vivir la situación de forma natural. Familiarizarse con ellos sin evitar pregruntarles.
  3. Empalizar, escuchar, apoyar, acompañar y respetar.
  4. No cortar la expresión de sentimientos. El llanto, la pena, la alegría… deben ser exteriorizados sin miedo. Los profesionales debemos favorecerlo.
  5. Valorar la comunicación no verbal. Gestos o miradas pueden darnos mucha información sobre la situación de la persona.
  6. No decir lo que debe de hacer o sentir.
  7. Evitar frases hechas y consejos. Cuando no  se sabe que decir, es preferible un gesto de contacto que exprese empatía.
  8. Invitar a que exprese lo que siente.
  9. No juzgar.
  10. No establecer límites ni plazos para la recuperación a la persona que está en el duelo.
  11. No temer nombrar a la persona fallecida.
  12. No temer mostrar los propios sentimientos delante del doliente.
  13. Estar disponible para la persona que está en duelo.
  14. Movilizar la red de apoyo social y los recursos comunicatorios existentes.
La escucha activa es una de las herramientas psicológicas más fuertes que tenemos en este tipo de procesos, tanto por la información que nos aporta como por las necesidades que cubre a la persona escuchada. Debe establecerse en un entorno seguro y de confidencialidad.
La escucha activa se basa en las siguientes normas: Escucha atenta y sin interrupción; Aceptación incondicional de la persona, sin decirle lo que debería hacer; creer lo que cuenta sin cuestionarlo; no juzgar sus pensamientos ni la intensidad de sus sentimientos; no preguntar por qué se siente o actúa así; evitar dar consejos; no revictimizar; no hacer interpretaciones; no tomar la responsabilidad por los sentimientos, pensamientos o acciones del otro; no dar por supuesta la incapacidad del otro para hacer algo; no hacer lo que no nos piden que hagamos (“no salvar”); no dar por supuesto lo que el otro necesita y siempre preguntar o pedir permiso.
Por otra parte, la actitud del doliente en este tipo de situaciones  es definitoria en la evolución de la situación. Será mucho mas beneficiosa una actitud constructiva a la hora de afrontar el dolor. Algunas ejemplos pueden ser:
  1. Acogerse a sí mismo, frente al rechazo de sí y la autoculpabilización.
  2. Aceptar lo que nos hace sufrir sin reducirnos, frente a la negación del problema y al hundimiento.
  3. Dialogar con el niño o la niña interior, frente a la lejanía de sí.
  4. Desdramatizar, frente a la tendencia a la dramatización.
  5. Traducir el malestar en dolor, frente a la huida y el funcionamiento imaginario
  6. Desidentificarse por medio de la observación, frente a la autoafirmación del yo.
Todo esto puede resumirse en la no-evitación y la no-identificación
En conclusión, cada persona vive el proceso de una forma distinta y los profesionales tenemos la responsabilidad de velar por ella. El respeto es fundamental en este proceso, ya que cada cual puede apoyarse en mecanismos diferentes que podemos compartir o no, pero nunca juzgar.
Es fundamental la formación de los profesionales en estas situaciones límite, intentando un cambio de dirección en los cuidados paliativos, dejando atrás lo que está bién o mal y abriendo la mente hacia unos cuidados centrados en la persona, individualizados y cohesionados de forma interdisciplinar.
Espero que os sirva de ayuda y aquí os dejo algunas de las referencias bibliográficas.

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